Trataba de ocultar sus sentimientos
—¡Alejandra, no insistas!— le alzó la voz. —No es el momento y a mi habitación no vuelvas a entrar sin permiso.
—¿Acaso es por la tonta de tu secretaria?— preguntó con desdén.
—¡¡Cuida tus palabras!!— la señaló.
—¿Acaso ella es más importante que yo? Una simple y tonta secretaria que no está a tu altura. Si no sientes nada por mí, ¿¡para qué diablos te quieres casar conmigo!?— lo atacó. —Sabes qué… es inútil. Dejemos esto así— dijo con enfado y caminó hacia la puerta, pero él la detuvo al tomarla de la mano y atraerla.
—No juegues conmigo, Nicolai. Yo sí te amo de verdad y por eso me vine de Inglaterra…
—Hay líneas que no se pueden cruzar, como el que te metas en mi vida y decisiones. Del resto, nada te hará falta— se apartó para terminar de organizarse.
Tocan la puerta de la habitación de Nicolai. —¿Quién?— McCarthy se aplica loción.
—Señor, soy Kai.
—Adelante— ordenó.
—Pero si estamos juntos, primero yo, Nicolai— dijo Alejandra.
—Ha sido una larga noche. Regresa a la fiesta, bajaré pronto— ella observó que entraba Kai a la habitación y se marchó enojada.
—¿Está todo bien?— preguntó Kai.
—Kai, me siento estresado. ¿A qué has venido?
—Me sentí muy mal con Annie. Hasta a mí me tomó por sorpresa este matrimonio.
—Todo fue organizado por mi madre. Son cosas de familia.
—¿Y ella? Annie te ama. Es una chica que lo daría todo por ti.
—¡Pero es una traidora, Kai!— exclamó Nicolai. —Ella solo se acercó a mí por interés. Ahora todo su plan falló.
—¿De qué plan estás hablando, Nicolai? Yo pensé que la amabas.
—Pues tú y ella pensaron mal. Así que un permiso, los invitados esperan.
—Nicolai, no hagas esto. Luego te vas a arrepentir.
McCarthy detuvo sus pasos y luego, sin mirar a su amigo, le dijo: —Arrepentirme por alguien que falló primero, no. Además, ella se lo merece. Ella y su madre se merecen lo peor de este mundo.
—Espera, Nicolai— Kai se acercó. —Amigo… Annie se ha ido en el avión privado a las Bahamas.
—Vez si realmente le doliera mi compromiso, estuviera encerrada llorando como lo hace cualquier chica enamorada.
—No la subestimes. Ella es una mujer responsable.
—Eres mi amigo y si estás en mi contra, no lo seas más— salió de la habitación y Kai lo siguió.
—Espera, Nicolai.
—Déjame, Kai. No quiero hablar del asunto.
El móvil de Nicolai empezó a sonar y era su escolta. Prefirió no contestar, así que el escolta llamó al mejor amigo de Nicolai, Kai. —Me está llamando tu escolta, Nicolai.
—Contesta tú, estoy ocupado.
Kai negó con la cabeza y se dispuso a contestar. —¿Qué pasa, Félix?
—Señor, ha sucedido algo desastroso.
—¿Qué sucedió?— la voz preocupante de Kai detuvo a Nicolai.
—El avión donde iba la señorita Annie ha tenido un grave accidente— Kai quedó pasmado, su rostro se tornó pálido y su corazón se detuvo por segundos.
Annie había subido al jet privado para ir a cumplir su trabajo, ya que debía cerrar un negocio importante que solo estaba en sus manos y no lo comprendía. ¿Por qué la envió luego de todo lo que le dijo? Aún seguía con esa tristeza, ni siquiera fue capaz de decirle a su madre su secreto: que estaba embarazada de su jefe. No la quería decepcionar, luego de todos los consejos que su madre le dio para que el día que tuviera hijos fuera con el hombre que ama y que la ame, para que sus hijos crezcan al lado de sus padres.
La vulnerabilidad de la chica era notable en su rostro. Solo viajaría ella sola junto al piloto privado de Nicolai. —Señorita Beckett, por favor abroche su cinturón— le pidió y ella asintió con una forzosa sonrisa dibujada en sus labios.
El piloto se fue a su puesto e inició el vuelo. La ciudad de Nueva York se hacía cada vez más pequeña para Annie, y ver todas esas luces le causaba más melancolía. —Dios, dame fuerzas, ayúdame a limpiar mi nombre. No sé de qué me acusa el hombre que amo… se casará y tengo a su hijo en mi vientre. ¿Qué hago? Me siento tan mal— sollozó y recordó las palabras de su madre: Hija, no viajes, deja eso así. Si ese señor te pone problemas, yo lo pongo en su lugar. No te vayas, hija, quédate. Tengo que decirte algo muy importante.
Ella soltó un largo suspiro y secó sus lágrimas. No podía olvidarlo así por así. Nicolai era su primer amor, todo se lo dio a él. Ahora se casaría con otra mujer.
Cuando de repente las luces blancas del jet, que iluminan el pequeño y elegante lugar, se tornan rojas dando aviso de algo peligroso. —Señorita Beckett, tenemos problemas— dijo con dificultad. —¡El jet tiene una fuga de combustible, no lo comprendo! ¡Yo me aseguré de todo!— el piloto estaba preocupado e intentó comunicarse con los del aeropuerto para que lo asesoraran o pudiera alcanzar a regresar y aterrizar directo.
—Señor, por favor no me asuste— ella llevó sus manos a su vientre.
—Solo nos queda confiar en Dios— el piloto siguió intentando comunicarse, pero ahora la electricidad estaba fallando y las luces rojas prendían y apagaban. Todo era un momento de terror para ella.
—¡Por favor, usted puede! Estoy embarazada, no puedo morir— se desesperó y se aferró a su asiento cuando sintió ese vacío porque el avión se estaba yendo abajo.
—¡Jesús!— dijo el piloto al no hallar recursos y sentir la muerte.
—¡Mi hijo!— soltó un grito ahogado. —¡Dios, ayúdame!— dijo desde el fondo de su corazón cuando sintió el impacto.
El jet se estrelló contra una montaña y fue un total caos.
Mansión McCarthy.
—¿Qué es lo que está pasando, Kai?— Nicolai lo sacudió, le habló seguidamente, así que al sacudirlo Kai reaccionó.
—El jet…— dijo tartamudeando. —Annie, el jet, accidente.
Nicolai se apartó de su amigo, muy asombrado, y justamente cuando iba a llamar a su escolta para confirmar la información, apareció su padre, el señor Benjamín McCarthy. —Hijo, en las noticias están hablando del accidente del jet. Muchos piensan que ibas allí. Hay paparazzis afuera.
—¡Annie!— dijo sintiendo un desgarre en su corazón.
—¿Tu secretaria?— preguntó su padre.
—¡¡Ella está allí!! ¡Es mi culpa! ¡Es mi culpa!— entró en desesperación y en eso se acercó su madre junto a su prometida.
—Hijito, por lo visto ya te comentó tu padre. Seguramente ella está muerta y el piloto también. Nadie sobrevive a un accidente aéreo— dijo Isabel con frialdad.
—¡Cierra la boca, Isabel!— la reprendió su esposo.
Alejandra miró con curiosidad a Isabel, su suegra, y pensó que no era coincidencia lo que había sucedido. También miró a Nicolai y pudo ver la preocupación en su rostro, aunque trataba de ocultar sus sentimientos.
—¡Kai, comunícate con Félix! Ordena una búsqueda. ¡Consigan a Annie y al piloto, ahora mismo!— ordenó con altivez. —¡La fiesta ha terminado! Saca a toda esta gente de aquí.


























