La convertiste en tu amante

—¡Un momento, Nicolás!— su madre lo miró con desdén. —¡Es la fiesta de tu compromiso con Alejandra y eso debe ser más importante que ese accidente!

—¿Acaso estás sorda, madre?— su pregunta la ofendió y lo que recibió Nicolai fue una bofetada por parte de su madre.

—¡Me respetas! Es Alejandra tu prometida. Lo que haya pasado con la secretaria no es tu problema. Es solo una insignificante secretaria interesada y traidora. ¿Acaso lo olvidas?

—Jamás— dijo parándose frente a su madre. —Me vuelvas a poner una mano encima.

—Nicolai, no le faltes el respeto a tu madre— Benjamín intervino y no entendió nada de lo que estaba pasando y por qué su esposa le había dicho eso a su hijo.

—Si Annie Beckett se murió, se lo merecía— Isabel fue fría y malévola. Sus ojos, que son la ventana del alma, no mentían.

Nicolai prefirió no discutir más y se marchó, alejándose de todos ellos. Mentiras que Kai lo siguió.

—Alejandra será la única esposa que le aceptaré a mi hijo— recalcó Isabel para que su esposo la escuchara. —Si no, a todos los dejo en la calle. A todos— resopló.

Isabel es una mujer con mucho poder. Claramente, su esposo también tiene sus bienes, y ellos se casaron por interés, un matrimonio por contrato que luego se lo tomaron en serio, aunque no hay amor de verdad. Sin embargo, hay algo que Isabel jamás le perdonó a su esposo y por eso ese veneno que lleva en su corazón. Y por ella pertenecer a una de las familias más poderosas y quedarse como única heredera, por eso el poder implacable de riqueza, una que nadie más supera.

—Yo... iré a buscar a Nicolai— Alejandra prefirió dejar a los esposos solos porque sintió esa tensión.

—¡Eres injusta, Isabel!— dijo Benjamín.

—Cariño, soy un pan de Dios que busca el bienestar de esta familia, no como tú— le rodeó los ojos y se marchó, dejándolo solo.

Nicolai debía calmarse. No podía alertar a los invitados— Kai fue detrás de él.

—Kai, si Annie murió, no me lo voy a perdonar nunca— confesó desesperado y caminó entre los invitados, quienes murmuraban porque ya sabían del accidente.

Al salir de la mansión, los paparazzis intentaron acercarse, aunque los escoltas de máxima seguridad no lo permitieron y lo protegieron. —¡Señor McCarthy, es cierto que la que iba en el jet es su secretaria? ¿Qué se siente saber que usted era el que iba a morir? ¿Por qué sucedió ese accidente?— muchas preguntas bombardearon la mente de Nicolai, quien subió a su Lamborghini y Kai como copiloto.

—Este accidente es un total caos— dijo Nicolai.

El móvil de Nicolai volvió a sonar. —¿Qué noticias me tienes?

—Señor, la están buscando, pero como es de noche es algo difícil.

—¿¡Difícil!? Les pago lo suficiente como para que me digas que es difícil, Félix. Eres un inútil. Consigue a Annie. ¡Consiguela!— colgó la llamada y luego golpeó el volante del auto. El cargo de conciencia que tenía en este momento lo estaba sofocando.

—Nicolai, no puedes perder la cabeza. Siento que... todo esto es un castigo. Pobre Annie— dijo Kai.

—Señor, la hemos encontrado. Sus signos vitales están bajos. Está en riesgo de morir. Además, está algo irreconocible, señor. Lastimosamente, el piloto está muerto— dijo el escolta.

—Llévala a la clínica de los Ángeles, privada. En tus manos está la vida de Annie. Si ella se muere, será tu culpa— ordenó Nicolai.

Noah McCarthy manejaba en su auto a toda velocidad hacia la clínica de los Ángeles. —Acelera más la velocidad de su auto— ordenó.

—No te puedes morir, Annie. No te puedes morir— dijo Noah con desesperación

Annie Beckett yacía en la cama de la clínica, su cuerpo débil y su rostro irreconocible debido a las graves quemaduras sufridas en el accidente aéreo. El médico especialista y las enfermeras se movían alrededor de ella con urgencia, intentando salvar su vida.

El doctor se inclinó sobre ella, su voz suave y desesperada. "No te rindas", dijo, porque sabía que su vida estaba en sus manos y que la presión por parte de un hombre con poder era preocupante.

La máquina que monitoreaba su ritmo cardíaco comenzó a pitar de manera irregular, y el doctor se apresuró a ajustar los controles. La enfermera que estaba a su lado derecho lo miró con preocupación, y su frente sudaba porque veía complicado salvarle la vida a la joven.

—¡Vamos, por favor, no te rindas! —exclamó mientras intentaba reanimarla, haciendo todo lo posible, todo lo que estaba a su alcance.

Pero Annie no respondía. Su cuerpo estaba débil, y su espíritu parecía estar escapando. El doctor y la enfermera se miraron entre sí, sabiendo que la batalla por salvar su vida era cada vez más difícil.

Por otro lado, Nicolai estaba ansioso, esperando una llamada que le diera una esperanza, pero el que recibió la llamada fue Kai. —¿Qué noticias nos tienes?

—Señor, lamentablemente la noticia es... —Nicolai le quitó el móvil a Kai.

—¡Habla de una vez! —Su corazón estaba acelerado.

—Jefe... el cuerpo de la señorita fue consumido por las llamas, ha muerto, lo lamento.

—¿¡Qué carajos me estás diciendo!? ¡Busca bien! —ordenó a gritos.

—Señor... ya es confirmado, es ella.

Nicolai estaba impactado, y luego soltó un grito desgarrador que llamó la atención de las personas en el aeropuerto. Pero lo que él no esperaba era encontrarse con la madre de Annie. —¡Usted! —lo señaló. La mujer estaba dolida por la muerte de su hija, ya que los medios de comunicación solo estaban hablando de eso debido a que el jet privado era de Nicolai McCarthy. —¡Es tu culpa! —descargó su dolor sobre él, con las mejillas empapadas de lágrimas.

—Señora, por favor, no es culpa del señor; soy su abogado, y usted no puede hacer esa acusación sin pruebas —dijo intentando calmarla para no darle mala imagen a Nicolai ante las personas.

—¡No me importa! Yo le dije a mi niña que no fuera, que renunciara porque tú no la merecías. Pero lo que hiciste fue enamorarla y luego hacerle daño. Eres tan igual a tu padre.

—Usted no me venga a juzgar, señora, cuando tiene un pasado.

—¡Me tiene sin cuidado lo que tu madre, esa maldita bruja, te haya dicho! Mi hija era buena, la niña más inteligente y hermosa, y por tu culpa ha muerto. ¡Debías haber ido tú en ese jet desgraciado! —espetó—. ¡No te merecías el amor de mi hija! Si yo hubiera sabido de ese romance, hubiera alejado de tu vida a mi niña para protegerla. La convertiste en tu amante, ¿para qué?

Capítulo anterior
Siguiente capítulo