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Días después.

—¡Mira, mamá! —exclamó Dina, corriendo hacia un grupo de mariposas que revoloteaban cerca de un arbusto—. ¡Son tan hermosas!

—Sí, cariño, son preciosas —emitió, sintiendo que su corazón se llenaba de alegría al ver a su hija correr con energía. A su lado, Lucas, la cuidaba.

Alexande...