40: Pequeñas conclusiones

—Raegan

Miré a mi lado para ver los ojos de mi compañero abiertos y mirándome, llenos de lágrimas no derramadas. Sonreí torpemente.

—¿Qué?— logré articular.

Él tomó la vela de mis manos con delicadeza y la colocó en la base del altar, aún encendida, antes de aplastar sus labios contra los míos en un...

Inicia sesión y continúa leyendo