47: Si no puedes vencerlos

Raegan

Me quedé en sus brazos por un rato. Sin vergüenza de haberme deleitado en la comodidad de ello. Él estaba cálido, y era reconfortante escucharlo asegurarme que todo estaría bien. Que no dejaría que nada me pasara.

La sensación de ese consuelo era extraña, ya que estaba tan acostumbrada a...