Capítulo 10 La llave y el sacrificio

El monasterio estaba silencioso esa madrugada, pero mi mente rugía como una tormenta. No podía olvidar las palabras del anciano: “Eres la llave. Tu sangre abre el portal.”

Me levanté de la cama de piedra, con los pies descalzos rozando el frío del suelo. Caminé hasta una pequeña ventana que daba...

Inicia sesión y continúa leyendo