Capítulo 24 El asedio de Verona

La madrugada cayó sobre Verona como un sudario de hierro. Las campanas de las iglesias repicaban sin cesar, cada golpe resonando como un presagio. Yo estaba en la torre más alta del refugio, la daga sobre mi regazo, mirando cómo la ciudad despertaba entre gritos y carreras desesperadas.

—Ya está...

Inicia sesión y continúa leyendo