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Colocándose entre sus piernas, dijo:

—Solo recuéstate en el sofá y relájate, Layla —susurró mientras retiraba su boca de su pezón—. Yo me encargaré del resto.

Layla nunca esperó escuchar esas palabras de él. Nunca pensó que le diría algo tan íntimo y gentil. Y ahora no podía evitar alarmarse porqu...