Envíame

—Eso es, pequeña loba, sométete a mí.

Los pensamientos de su Lobo llegaron claros y nítidos. Continuó el movimiento, inclinando mis caderas, frotando y rozando mi clítoris contra el acero de sus pantalones. Estaba encendiendo un fuego dentro de mí. Necesitaba más de él... en ese momento. Tenía que ...