Adaptación

Salgo de Tandon, con las manos adoloridas de tanto teclear furiosamente durante las últimas dos horas, y parpadeo bajo la luz del sol. No hay señales de Dante. Mi estómago se hunde.

—¿Has sabido algo de él? —le pregunto a Amando.

Él niega con la cabeza. Busco mi teléfono.

Y un elegante coupé negr...

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