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Mi boca se abre de par en par. El jefe de los Staten Island Saints se lame los labios y me dice que me quiere.

—Yo—sí —digo—. Por favor.

Él sonríe con un aire depredador y se lanza a besarme de nuevo. En el fondo, me alegra que la chimenea no esté encendida. Dante genera tanto calor, enciende tal ...

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