Compartir secretos

Tatiana

Me recuesto contra el pecho de Angelo, mirando fijamente la pared, mientras su pulgar dibuja suaves caricias en mi espalda. El sol se está poniendo afuera, y he perdido la noción del tiempo que llevamos aquí. Por mí, podríamos quedarnos aquí para siempre. No me importaría.

Me pregunto dó...

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