La ciudad que nunca duerme

Me doy la vuelta, sintiéndome descansada por primera vez en no sé cuánto tiempo, y busco a Dante. Mis dedos tocan las sábanas donde sé que se quedó dormido después de nuestra tercera ronda anoche. Sábanas frías. Mi corazón se me sube a la garganta. Abro los ojos y me incorporo.

Mantas desordenadas. ...

Inicia sesión y continúa leyendo