122 — Brilla, brilla, estrellita.

Abro rápidamente la puerta del baño y me inclino sobre el inodoro, vomitando todo lo que tengo en el estómago, lo que no es mucho, ya que nada me ha despertado el apetito. Una lágrima corre por mi mejilla y me doy cuenta de que he contenido mi llanto durante demasiado tiempo.

Una a una, las lágrimas...