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—Todo sabe delicioso —me dice Kessler, dándome una sonrisa con la boca cerrada. Habíamos preparado el desayuno, bueno, más bien yo, ya que Kessler se encargó de ordenar su cocina. Está claro que aquí no vive ninguna mujer. Tengo curiosidad por saber si esta casa es suya o de su madre. Hice huevos re...