Cariño, estoy en casa

Sandra

Lo deseaba, a pesar de lo que me había dicho. Quería sentir sus manos sobre mí. Aquí, en este invernadero, donde antes me había hecho sentir viva. Me agarró con fuerza, colocándome suavemente en el suelo.

—¿Estás segura de que no quieres que te lleve adentro, donde es un poco más cómodo?...