Capítulo ochenta y uno

—¡Por el amor de Dios, Avery! ¡Estoy bien! ¡Déjame salir de esta maldita habitación!

Avery negó con la cabeza, con los ojos entrecerrados mirando a Ellie. Ella había estado discutiendo con él durante la mayor parte de una hora, y tenía que admitir que incluso él comenzaba a sentirse molesto.

—No v...