43. Confesiones locas

—Dulce de azúcar—, llamó. Mi corazón se ablandó un poco al escuchar su voz. Admiraba la forma en que ese apodo salía de su boca. También admiraba su rostro angelical, su presencia, el hecho de que me había ayudado innumerables veces. Quería agradecerle por todo en ese momento.

Por hacerme sentir qu...

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