Okrapticuiz de nuevo

—Dame la caja...—tartamudeó Alorea, insegura de si su orden tendría algún efecto. Ya era bastante sorprendente que Siarra temblara de miedo de esa manera, sin mencionar el hecho de que se arrodillara en sumisión ante Clingy. No tenía sentido y Alorea no podía entenderlo.

—Dale la caja a ella—repiti...

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