Capítulo 334

La cámara estaba en silencio, salvo por el raspar de la pluma sobre el pergamino. Kaelan se inclinaba sobre el escritorio, con el ceño fruncido y los hombros tensos por la concentración. Su tercer borrador yacía arrugado en la esquina junto a otros dos, cada uno destrozado por el desdén aristocrátic...

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