62: Una señal de los días venideros

Caleb se levanta antes que yo, y cuando despierto, la cama está vacía. Lo encuentro sentado frente al televisor, con los ojos muy abiertos, al borde del asiento. Al acercarme, no me presta atención.

—¿Qué es tan fascinante? —pregunto.

Sus ojos no se apartan de la pantalla mientras habla.

—Protest...

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