LA PRECIOSIDAD DEL AMOR II

—Y aquí tenemos a este otro angelito —dijo con una sonrisa, mirando a Federick—. Papá, venga por favor.

Federick, aún con el miedo palpable en sus ojos, dudaba. Sus hijos eran tan frágiles que temía hacerles daño. No sabía qué hacer ni cómo actuar ante esta nueva responsabilidad.

—¿Qué hago yo? —p...