Capitulo 1
Capitulo 1
Deneb se miraba fijamente en el espejo, sintiéndose asqueada con su propio reflejo a pesar de lucir impoluta. Su pomposo vestido blanco brillaba con cada movimiento a causa de la pedrería fina incrustada en la tela y el collar de diamantes que adornaba su estilizado cuello le hacía lucir radiante y hermosa, aunque ella no se sintiera de ese modo. Resignada acomodó el velo que hacía juego con su costoso vestido de novia y se dió una última mirada.
Ya lista, se apartó del espejo y con pasos firmes se acercó a la ventana, sintiendo resonar sus tacones aguja contra las cerámicas del piso. Un suspiro cansado escapó de sus finos labios carmín mientras sentía su propio corazón retumbar dentro de sus oídos. Era el maldito día de su boda y tan solo deseaba salir corriendo, o al menos, que alguien detuviera semejante disparate. Por que estaba demasiado lejos de sentirse feliz en un día tan importante como lo era ese.
No podía creer que su propia madre haya concertado este falso matrimonio, sabiendo del tipo de relación que Harry Jones y ella llevaban. Se conocían desde niños, sin embargo, nunca lograron congeniar y Harry la odiaba con todo su ser. Quiso llorar, pero contuvo las ganas de hacerlo mientras su mirada se perdía en el horizonte. Aún conservaba la leve esperanza de que alguien se opusiera a semejante estupidez, por que honestamente ella no tenía el valor de hacerlo.
Jones, era una retorcida constante en su vida. Desde que tenía memoria se llevaron bastante mal, pero pese a todo siempre lo amó en el más hermético silencio, ese sería un secreto que se llevaría a la tumba. Jones, era todo lo que ella no era y le encantaba la antítesis que juntos formaban, sin embargo, hace tres años atrás cualquier ilusión que su estúpido corazón conservara se desmoronó. Una vez más, Harry Jones le rompía el corazón sin siquiera saberlo.
Por segunda vez la cambiaba por un Winkler, aunque esta vez, por Gine. Al parecer se amaban desde hace tiempo y a ella le tocó llorar en silencio por ese insano amor unilateral. Ahora, debía contraer matrimonio con un hombre que la detestaba y que estaba enamorado de alguien más, ¿cómo competiría contra esa mujer? ¡Imposible, era una batalla perdida! Cerró sus ojos, resaltando sus largas y onduladas pestañas y un lastimero sollozo escapó de sus rojos labios recordando de pronto el día en que conoció a Harry Jones, cuando solo tenían once años.
Rowson Winkler, era el penúltimo hijo de los Winkler. Una familia pobre que se dedicaba a cuidar ganado y cultivar la tierra. Eran gente de esfuerzo y trabajo, aún así, para Deneb solo eran unos sucios campesinos que solo servían para servir a gente de su clase. Hasta ese día, ser clasista y mofarse de las personas era algo netamente natural para ella, su padre le educaba de esa manera y se le impulsaba a ser de ese modo tan hostil y desagradable para con sus pares.
Particularmente, los Winkler no le caían nada de bien. Era una familia númerosa y en extremo unida, aparentemente eran felices a pesar de su extrema pobreza. En el fondo de su corazón les tenía envidia, aunque jamás lo admitiría en voz alta. ¡Definitivamente no, ella era superior a ellos en todo!
—Hola Deneb—, saludó tímidamente Rowson, sintiendo como sus paliduchas mejillas se incendiaban y nervioso jugueteaba con el borde de su desgastado sweater rojo.
—Hola—, saludó Harry con cierta inseguridad. Honestamente se sentía fuera de lugar en aquella escena, sin embargo, no dejaría solo a su mejor amigo.
— ¿Qué quieren?— Preguntó de manera prepotente y grosera mientras observaba despectivamente a Rowson. Sus frívolos ojos grises escudriñan a ambos chicos.
—Deneb... yo tengo algo importante que decirte—, sin pensar mucho en sus acciones tomó las manos de la niña entre las suyas y las acarició deleitándose con la suavidad de las mismas—. ¡Me gustas mucho, Deneb! ¿Quieres ser mi novia? Te juro que si aceptas te amaré de por vida y te haré inmensamente feliz—. Ante esas palabras, Harry sintió vergüenza ajena.
La estruendosa carcajada de Deneb, taladró los oídos de Harry, quién bastante enojado apretó sus puños. Esa niña era hermosa, la más hermosa que jamás había visto, sin embargo, su desagradable actitud le daban un aspecto horrendo. En ese instante sintió pena por su amigo, quién se mantenía cabizbajo y a punto de llorar, no era para menos después de tremendo ridículo que hizo frente a todos.
— ¿Estás loco, Winkler?— La niña aparta algunos mechones de cabello de su pálido rostro para luego esbozar una retorcida sonrisa—. Además de pobretón resultase estúpido, ¿como se te puede ocurrir que yo, Deneb Bettencourt me fijaría en ti? ¡Tan solo mirate! ¡No tienes donde caerte muerto!
—Deneb...— la voz de Rowson se quebró y no supo que más decir, experimentando por primera vez en la vida, la horrible sensación de el rechazo.
Harry, enfocó su mirada en la niña recorriendo de pies a cabeza para luego chasquear la lengua. Su padre, siempre le enseñó que las mujeres eran delicadas y cariñosas, que él debía ser educado y todo un caballero... Pero Deneb, era todo lo opuesto a lo que su padre le enseñó. Era cruel, se burlaba de cosas tan superficiales como lo era la clase social o vestimenta de las personas. Debía ser educado, después de todo era una niña, pero le estaba costando demasiado tener la boca cerrada.
—Mejor volvamos a casa Row—, pronunció con voz extrangulada por la furia que bullía en su interior.
— ¡Espera!— Dijo Deneb de pronto, con un gesto despectivo apartó a Winkler y se posicionó frente a Harry—. ¡Soy Deneb Bettencourt, es un placer conocerte Harry!— Educadamente extendió su mano, deseando estrechar la ajena.
—Tienes el nombre de la quinceava estrella más brillante de la galaxia, pero tú no brillas para nada. No le haces honor a tu nombre, eres como una estrella que pierde su luz por que va a morir, en tu caso, has perdido tu luz por que estás podrida por dentro—, pronunció cada palabra con rencor y malicia, realmente deseaba herirla tanto como ella hirió a su mejor amigo.
•••
Una risa amarga escapó de sus labios al recordar el día en que ella y Harry se conocieron, desde ese entonces entre ellos todo fue caos. Entre suspiros admite que se comportó engreída y pretenciosa, sin embargo, dentro de su inmadurez solo buscaba llamar la atención del chico del cual se enamoró. De pronto, la grave voz de su padre la saca de su ensoñación, trayendo su conciencia de vuelta a la amarga realidad.
—Deneb, ya es hora de salir. En unos minutos iniciará la ceremonia—. Golpeó la puerta de roble toscamente
con sus nudillos—. No quiero tener que repetirlo...






























