


Capítulo 6 - Miedo a decir la verdad
El padre estaba bastante enojado, y no era para menos, en esto no le había hecho caso por puro miedo.
—Mira Patricia, por años he tratado de convencerte a que le digas a José Eduardo y te has negado rotundamente, ya no tengo nada más por decirte, solo espero cuando estalle tu problema. Créeme, he orado tanto por ti y no para salvar tu alma, no, es con la intención de que puedas soportar la avalancha que te vendrá cuando alguien te desenmascare.
» Él tal Cifuentes se aprovecha porque tú le has demostrado miedo, corres a pagarle el valor del chantaje. ¿Qué esperas?, que él de alguna manera logre doblegarte y caigas de nuevo en su cama, con la plena seguridad de que te hará un video y así podrá chantajearte con más eficiencia.
—¡Eso jamás pasará! No quiero a otro hombre dentro de mi cuerpo, solo a mi esposo. Ya dejé las pastillas y hasta el momento voy muy bien. Con mi marido tengo suficiente.
—Si él supiera, estaría feliz de escuchar que por su compañía y amor has logrado salir adelante. Pero si se entera por otra persona va a pensar que lo usaste como un pelele.
—Padre, no vine a que me regañara…
—Será la última vez, como sacerdote te digo, debes decirle la verdad a tu esposo, él debe conocer tu pasado de tu boca.
—¡Todo ser humano tiene un pasado!
—Por supuesto, —mantenía la calma—. Pero debes comprender que hay pasados de pasados. Al tener una relación o un vínculo con otra persona y más si es bajo el sagrado sacramento del matrimonio, por lo menos tu esposo debe saber lo más trascendental. Por ejemplo. Si fuiste un drogadicto, un asesino, si estuviste en la cárcel, si ganaste dinero con tu cuerpo, si tienes algunas tendencias sexuales, o si te gustan ciertas cosas en el ámbito de la intimidad.
» Eso es importante que tu pareja lo sepa. —Me miró con decepción por mi negativa—. Sabes ¿Por qué? —Los ojos se me humedecieron—. Porque es importante mantener la confianza, ese vínculo tan difícil de obtener y al mismo momento tan frágil de romper. Créeme, todos estos años he analizado y descifrado a José Eduardo; un hombre celoso, como buen costeño y más vallenato, orgulloso, pero con un corazón increíble.
» Solo debes saber decirle las cosas de buena manera y verás que comprende su pasado. Pero tú sigues esperando que a él le digan de la peor manera, cuando pase, no habrá cristiano que aplaque la ira de tu esposo. Y la razón es porque él sentirá que en todo este tiempo no fue lo suficiente para ganarse tu confianza. Eso es lo que alimentará el orgullo a tu marido y créeme, te será muy difícil negociar con él.
—¡Es por qué vivimos en un mundo machista!
—Puede ser, y ¿qué le hacemos? Si tú te muestras trasparente, adquieres admiración, algunos te repudiarán, pero te aplaudirán la sinceridad y eso ante cualquier ser humano ya es garantía de confianza. Patricia, solo tú sabes la cantidad de hombres con los que te acostaste, Obviamente tu esposo asume en su mente que estuviste con algunos, pero te puedo asegurar, jamás pensará que fueron decenas.
—Eso no me hace una mala mujer. —La voz me tembló.
—Déjame responderte eso con un ejemplo, tú saca las conclusiones. José Eduardo, por cualquier motivo, comienza a alejarse de tu cama en las noches y para el satisfacer su deseo primitivo del cuerpo toma el teléfono, llama a una agencia prestadora del servicio de cama y satisface en otro lecho lo que debe saciar en el tuyo. ¿Eso lo ves bien? —negué—. ¿Por qué?
—Porque tiene una esposa con la cual debe arreglar lo que los separa y así pueda fluir la intimidad de nuevo. —Me miró y bajé la mirada.
—¿Con cuántos hombres casados estuviste?
—Nunca lo supe, solo era hacer el acto y ya.
—¿Te gustaría que tu marido buscara en otra lo que puede obtener contigo? Ahora eres una mujer casada, te pones del lado de la esposa, nunca pensaste eso cuando eras más joven, sin saber Patricia abriste las puertas de la infidelidad y eso pesa en el espíritu. Eso es lo primero que va a pensar tu familia si se entera de la peor manera.
—Nadie tiene por qué enterarse.
—Hija, todo tiene consecuencias y aprendizaje. Tú aprendiste, puedo dar fe de tu cambio como ser humano, mujer, hermana e hija. Eres un ser con una visión nueva porque conociste a Dios. Pero no quisiste asumir las consecuencias de tus actos, y en vez de eso mentiste, ocultaste e ignoraste y ahora tu pasado amenaza con aplastarte.
» Patricia, mira lo ocurrido en el matrimonio de César y Maju, no vayas muy lejos, el de Alejandro y Virginia. Son dos espejos de que si no hay comunicación todo puede depender de un hilo, hasta llegar a fracasar. Sin embargo, ellos pagaron las consecuencias. Tú las has evitado.
» Vas a quedar aplastada. Por favor, saca valentía y hoy dile a tu esposo, quítale fuerza a esa amenaza de Rodrigo Cifuentes. Siempre el que habla primero siembra un antecedente, de ahí el famoso refrán «el que habla primero pega más fuerte, así sea mentira». —bajé la mirada, recordé una de las tantas conversaciones que he mantenido con César.
—Patricia de las Mercedes.
Estábamos en una reunión familiar en casa de mi hermana, José hablaba con mi papá, a él le encantaba hablar con las personas mayores. Mi cuñado y yo nos habíamos sentado en el mueble de la sala.
» Cuñada, puede que él se enoje un poco al principio, pero lo asimilará, solo dale tiempo para comprender que, por tu enfermedad no controlada, fueron… tantos hombres con los que te acostaste. Me hago una idea si solicitaban tus servicios tres veces a la semana y por más de dos años estuviste en esa agencia… recuerda que soy bueno para las matemáticas —bajé la mirada.
—César, una vez lo sepa, va a dejarme. Por eso trato de alargar tanto, permanecer con él.
—No lo hacías por dinero, ni por gusto, eras hipersexual lo que significa ninfómana, estabas enferma y admiro esa fuerza que has desarrollado para mantenerte fiel a tu marido. Eso es lo que él valorará si le cuentas tú.
» Mira lo ocurrido con Virginia, Alejandro descubrió todo por su cuenta y te aseguro que a ella la salvó de recibir la ira inicial de Alejo, fue el embarazo. Porque Dios así lo quiso, de lo contrario juro que Alejo hasta le habría quitado a Eros. Y José Eduardo es más celoso que Alejandro y yo juntos, pero también es el más sensato si se le habla correctamente.
—Va a dejarme. —susurré.
—Pero sabrá la verdad de tu boca, mira mi error. Sin embargo, puede que ese sea el remedio por el momento mientras él asimila tu pasado.
—Yo no podría estar sin él un día.
—Patricia de las Mercedes. —Mi cuñado era el único que me decía por mi nombre completo, antes lo odiaba, ya me acostumbré—. Si no lo haces, lo perderás definitivamente. Si yo me pongo en su lugar, dolería más el que no confiaras en mí, a que te hayas acostado con mil hombres.
» Y todo es porque no confiaste, lo haces sentir a uno como un pelele. Por favor, cuñada. Puedes contar con toda la evidencia que tengo en la carpeta, donde sin duda alguna desde tus veintiún años y medio no has estado con otro hombre que no sea tu marido.
—¿No te has deshecho de esa información?
—No. Y agradécemelo después, algo me dice que te ayudará, cuando la bomba explote.
—No digas eso, me muero si llega a pasar.
—Ay Patricia de las Mercedes, eso va a pasar, por años yo conviví con el miedo de que supieran de mi infidelidad, y mira lo que pasó y lo que viví. Nada se queda oculto entre el cielo y la tierra. Lo que no sabemos es cuándo y cómo.
—¡Patricia! —El padre me trajo de regreso al presente—. Está sonando tu celular. —Al mirar era José Eduardo.
—Hola, amor.
—Diosa. —cerré los ojos, ya volvió a ser el mismo—. Esposa mía, me encuentro afuera de la parroquia.
—Dame un minuto mientras le termino de entregar el reporte de esta semana al padre.
—Vale. —terminé la llamada. El padre solo negó.
—César Luis, David y usted insisten en que le cuente a mi marido, pero no estoy lista.
—Por cierto, debes aprender de David, ese joven por fin llegó a la iglesia.
—Es un buen hombre.
—Sí, al menos él fue sincero con su pareja y ella lo dejó, pero sigue con su frente en alto. Dijo la verdad. Recuerda hija, «la verdad os hará libres».
—Gracias, padre. Pero no puedo confesarle eso.
—¡Ay, hija!, solo ten fuerza para lo que se te vendrá una vez la verdad salga a la luz.
—Gracias. Bendición padre.
—Que Dios te bendiga.