No quieres odiarme...

BLANCA

—¿Alpha? —digo con cuidado. Me está tocando, lo sé. No puede ser otra cosa. La chispeante corriente de calor que sube por mi columna vertebral me lo dice. Lo que no me dice es por qué lo está haciendo. Debe haber sido el látigo que escuché caer junto a mis pies, pero no me atrevo a mira...