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SCOTT

Miré la pantalla en vez de a Dawn y vi que no mentía. Sus manos se acariciaban, sus coños estaban mojados y enrojecidos. Pensé en recordarle que no podía correrse sin permiso, y luego recordé que era entre las seis y medianoche. Podían follar y correrse todo lo que quisieran.

«Es una esclava b...