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JULIA

Lisa nos llevó a la piscina. Janet y yo fuimos a la cocina y descorchamos una botella de vino. Saqué unas galletas y una variedad de quesos y los puse en una bandeja. Janet estaba llorando en silencio, las lágrimas rodaban por sus mejillas.

—¿Por qué lloras? —le pregunté, abrazándola.

—No creo...