Capítulo 34. Lluvia sobre promesas rotas.

Viviana

La puerta del edificio se cerró con un estruendo que hizo temblar mis rodillas. Me quedé allí, en el pasillo, temblando, abrazando a mi vientre como si eso pudiera protegerme del mundo.

La ciudad, antes llena de luz, ahora se veía gris, como si se hubiera teñido de mi misma desesperació...

Inicia sesión y continúa leyendo