Capítulo veintisiete: ¡Eres tú!

Los cálidos rayos de sol se filtraban por la ventana, bañando de un resplandor dorado la fresca y azulada habitación de Emma. Estaba acurrucada en su cómodo sillón, con una hermosa manta sobre las piernas, absorta en las páginas de una revista.

A medida que pasaba cada página, sus ojos recorrían lo...