Capítulo 73: en los brazos del lobo

El exilio no mata de golpe; mata a pedazos. Eso lo entendí cuando vi a Lucía partir en el carruaje, sus lágrimas aún clavadas en mis ojos. Desde esa noche, imaginé su rostro cada vez que cerraba los míos, preguntándome si sobrevivía, si aún rezaba, si ya se había rendido a la voz que la llamaba d...

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