CAPÍTULO 28

Ella estaba olvidando todas sus inhibiciones y dejándose llevar completamente. Este momento desenfrenado me mostró exactamente lo que necesitaba. Entonces tomé su clítoris en mi boca. Ella llevó una mano a su cabello y lo tiró ligeramente.

—Oh, Dios mío, William. —Su pierna derecha tembló. ¡Mierda!...

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