Capítulo 2

Regresé a hacer el encargo de Khan. Me había pedido un pájaro exótico que tenía colores muy raros y le costaba combinar los colores hasta que encontré lo que quería. Ella estaba súper feliz y muy inspirada. En ese momento recibí una llamada de la secretaria de Khan, quien me dijo la ubicación de la casa donde tenía que llevar los dos cuadros. Anoté todo en mi diario, me gustaba ser muy organizada y volví a trabajar en un segundo cuadro que era una foto de una flor exótica con un león. Trazé las líneas y creé la imagen que quería. Empecé a combinar los colores y al final de la noche lo terminé. Ya tenía los dos cuadros para entregar después del horario de trabajo.

Estaba intrigada por saber un poco más sobre Khan. Tomé un momento de mi computadora y busqué en Internet y redes sociales más información y datos sobre él. Khan venía de una familia millonaria, que le había ayudado con el capital para iniciar su exitosa empresa de entretenimiento. Era hijo único. Su madre se llamaba Violeta y su padre se llamaba Javier. No tenía hermanos. Y no tenía fotos con casi ninguna chica. La familia de Khan poseía varios bares de vinos y hoteles alrededor del mundo. Iba a galas benéficas y tenía su propia fundación.

Cerré la computadora, apagué las luces y cerré la puerta de mi estudio. Salí del estudio y caminé hacia mi apartamento, que no estaba tan lejos. Vivía en una zona céntrica, todo estaba cerca de mí, incluyendo supermercados, panaderías, restaurantes y un cine. Mi padre me había regalado el apartamento cuando cumplí 18 años. Era una casa y tenía todo lo que necesitaba y, además, estaba a solo cinco cuadras de mi estudio. Saludé al encargado y tomé el ascensor. Encendí las luces y fui a la cocina. Tenía ganas de tomar una copa de vino blanco dulce, lo serví y fui a sentarme en el sofá, me quité las pantuflas, me acomodé y encendí la televisión para descansar después del exigente trabajo que Khan me había encomendado.

Luego, fui a darme un baño, quería quitarme las manchas de pintura de las manos. Me puse mi champú favorito, que tenía aroma a coco, en el cabello. Me hice varios masajes corporales con el jabón. Me gustaba el agua caliente porque me ayudaba a relajarme. Después de secarme, fui a mi armario a buscar unas bragas cómodas y mi pijama favorita de Rugrats. Me acosté en la cama y me cubrí con una colcha morada y mis hermosos se vinieron a acostar en la cama. Me fui a dormir temprano ya que tenía un largo día por delante. Me levanté a las ocho de la mañana.

Fui a bañarme, me puse mi crema de vainilla favorita en el cuerpo. La pasé por mis piernas, mis brazos, mi trasero y me masajeé los pechos. Me vestí con unos jeans azules y una camiseta morada que tenía un escote pronunciado. En los pies me puse unos zapatos cortos, tomé una bolsa pequeña y una chaqueta de mezclilla. Me retocé los labios de color morado y un poco de rímel y me puse mi perfume favorito de Carolina Herrera en el cuello. Tomé mi coche BMW blanco y fui directamente a mi estudio a buscar las dos obras de arte que había hecho para Khan. Me dirigí hacia la dirección que me había dado la secretaria, puse la dirección en el GPS del coche y llegué a una comunidad cerrada de lujo.

En la entrada del lugar, un guardia de seguridad serio me preguntó a dónde iba y le dije que iba a entregar un pedido al señor Khan. Anotaron los datos, la matrícula de mi coche y me dejaron pasar. Era la casa que estaba al final de todas en el barrio “Las Acacias”. Era una casa de tres pisos con un gran espacio verde y había todo tipo de plantas. La entrada era por un camino lleno de piedras, había varios tipos de orquídeas y cactus y el césped estaba recién cortado y la casa era de dos tonos de gris bien combinados y muy moderna. Me bajé del coche, agarré los cuadros, fui a la puerta y toqué el timbre. El mayordomo me abrió y me dijo que pasara. Le dije que tenía que entregar unos cuadros para el señor Khan.

Esperé unos minutos y lo vi bajar por las escaleras de caracol hacia Khan. Se me hacía agua la boca porque llevaba ropa deportiva y era obvio que acababa de terminar de hacer ejercicio en el gimnasio privado de su casa. Su camiseta se pegaba a sus pectorales y cintura. Dejé de pensar en su cuerpo desnudo cuando se acercó a saludarme y sentí la electricidad de su cuerpo. Le entregué su pedido a Khan. Abrió la primera caja y observó cada detalle, luego pasó a la siguiente. Parecía estar muy contento con mi trabajo. Lo que había notado era que la casa de Khan tenía una decoración muy minimalista. Muebles muy modernos y decoraciones preciosas. En ese momento, Khan empezó a hablar conmigo y me dijo que era justo lo que había esperado. Me dijo que lo siguiera para ver dónde iba a poner los cuadros. Entramos en una sala que estaba llena de libros y había una pared donde ya había dos cuadros que había comprado y al lado de esos dos puso estos nuevos. La sala estaba pintada en tonos grises y había estanterías grandes, donde había una variedad de libros. Luego lo seguí hasta la sala de estar donde me pidió que me sentara y lo hice y me preguntó si quería café o té y le dije que me gustaba el té suelto.

Después de un rato, el mayordomo trajo una tetera con dos tazas muy bonitas y sirvió el té. Era muy agradable hablar con Khan, pero en el fondo lo que quería era recorrer su cuerpo. Me pidió disculpas por unos minutos, ya que necesitaba contestar una llamada importante. En ese momento apareció el mayordomo y me preguntó si quería visitar la casa y le dije que me encantaría. Me sorprendió mucho el patio, que tenía una gran piscina y un jacuzzi. Allí en el patio exterior había una estatua de Afrodita y alrededor de ella había plantas exóticas. Además, tenía un gran huerto de frutas y verduras orgánicas que estaba muy bien cuidado. Caminé un poco más y luego me senté en un sofá de mimbre con unos cojines hermosos de varios colores.

En eso apareció Khan, que se había cambiado de ropa, llevaba unos jeans rotos, una camiseta negra y zapatillas naranjas. Se sentó a mi lado, me pidió disculpas por la tardanza y me dijo que tenía que resolver un asunto de su empresa. Empezó a hablar sobre nuestras vidas y me preguntó si tenía novio. Me sorprendió mucho la pregunta. Le dije que había estado viendo a un chico, pero que iba a viajar a Francia por trabajo y que estaba muy ocupada con la nueva exposición de mis cuadros en la galería. Le pregunté a Khan si tenía novia y me dijo que no, que no había encontrado a la mujer adecuada. Y me dijo que había varias mujeres que se le acercaban por dinero. Me gustó mucho su sinceridad. Luego empezamos a hablar sobre los países a los que habíamos viajado y qué proyectos teníamos. Me sentí muy cómoda con él. También hablamos sobre libros y series de televisión. Teníamos muchas cosas en común. Solo me faltaba comprobar si éramos sexualmente compatibles.

Khan era un hombre muy trabajador y sabía que su vida romántica nunca se filtraba porque era muy cuidadoso. Me preguntó si quería quedarme a almorzar y le dije que no podía porque tenía que ir a mi estudio a terminar la nueva colección. Me levanté para despedirme de él y sentí de nuevo ese cosquilleo y electricidad. Me acompañó hasta la puerta. Pero antes de subirme al coche me preguntó si estaba bien que me llamara y le dije que sí. Y si podíamos quedar otro día para cenar. Le dije a Khan que por supuesto y que organizaríamos una salida juntos después. Le di un beso en la mejilla y me despedí.

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