Capítulo 4 capitulo 4

Cierra los ojos y se deja llevar por lo que siente, en cuestión de nada explota dentro del condón liberando el estrés acumulado de esa tarde. La rubia seguía meneando las caderas lentamente hasta que la ve respirar agitadamente.

Segundos después empieza a normalizarse y sonreír.

—Eso ha estado bueno —ella le dice totalmente relajada.

—Bastante bueno…—la joven lo mira a los ojos y en ellos ve aquel brillo inusual al que siempre le huía —. Ya debo irme.

—¿Lo volveremos a repetir? —pregunta ceñuda.

—Probablemente…

El CEO se pone en pie y empieza a vestirse.

—No eres de esos que se involucra mucho, ¿verdad?

—Haces preguntas que no tienen respuesta —el rubio la mira de soslayo —. Fue bueno conocerte, nos estamos viendo.

La rubia sonríe y luego niega.

—Cobarde…

[…]

Lukas enciende un cigarrillo entre tanto camina hacia su coche, ya no le apetecía regresar con sus amigos. Al día siguiente tenía una reunión importante y necesitaba estar lucido, al sentarse dentro del coche pone las manos sobre el volante y mira hacia el frente para ver el local.

Estar con esa chica fue bastante bueno, grato, más no entendía porque razón no se sentía satisfecho con el resultado. Y siempre era igual, sea cual sea la mujer con la que se acostara.

Era un gran problema el que tenía entre manos…

—Mierda —pone en marcha el coche y decide abandonar esos pensamientos absurdos.

[…]

Dana y su amiga se despiden en el aeropuerto antes de que la joven abordara el avión.

—¿Crees que estarás bien donde tu mamá?

—No lo sé, pero espero que no tenga que quedarme mucho tiempo con ella y su esposo.

—¿No crees que ella meceré una oportunidad? A fin de cuentas, es tu mamá, ¿no?

Dana guarda silencio ante la sugerencia de su amiga, sin embargo, ella no pensaba igual.

—Ya debo irme…

—De acuerdo, llámame si necesitas hablar con alguien.

Las chicas se abrazan a modo de despedida y es cuando Dana emprende el camino hacia su vuelo. No estaba segura de lo que estaba haciendo, pero más opciones no le quedaban. No le agradaba nada llegar a la casa del marido de su madre.

Por varios años ella le insistió mucho para que se fuera a vivir con ella, pero siempre se negó. Hasta que decidió dejarle de hablar.

Cuando aborda el avión y toma asiento, Dana suelta el aliento abruptamente, mira sus manos juntas y cree que aquello no es una buena idea. Ese remolino que sentía en la boca del estómago no le gustaba para nada.

—Solo será momentáneo, por muy poco tiempo.

[…]

Lukas cierra la puerta de su cuarto y el sonido de la misma revienta su cabeza lo que produce que lo cabree, el rubio camina hasta la cocina a por algo de beber, pero mientras desciende por las escaleras vislumbra a su padre casi saliendo de la casa.

Pensó que se libraría de él, pero el hombre voltea para verlo y a juzgar por su expresión supo que no le diría nada bueno.

—Buenos días, padre.

—Has llegado muy tarde ayer, Lukas.

—Puedo irme a un hotel si te molesta mis horas de llegada—responde al mismo tiempo que baja el último escalón.

—¡No seas insolente!

Lukas se detiene para mirar fijamente a su padre.

—Soy un hombre adulto, padre. Ya tengo 38 años, con una empresa propia y mi casa. No me des sermones de cómo llevar mi vida, o de la hora en la que debo llegar. Si te molesta mis horas de llegaba, me iré ahora mismo.

Oliver sabía que su hijo ya era un hombre, y que controlarlo sería muy estúpido de su parte. Era un hombre exitoso que se ganaba su propio dinero.

—No es por eso que me he detenido a hablar contigo.

—¿Qué es lo que pasa?

—Kristine me ha comentado que mantienes una aventura con una de las sirvientas.

—¿Y que con eso?

—Distraes al personal Lukas, por favor —el CEO pone los ojos en blanco.

—¿Y qué quieres que haga? Te estuvieras evitando todo esto si no me hubieras invitado a quedarme aquí. Conoces muy bien el estilo de vida que llevo, padre.

Oliver frota el ceño, su hijo ya no era un niño. Sin embargo, a su esposa le molestaba que follara con las empleadas.

—Sabes que a mí me da igual con quien folles, pero al menos ten un poco más discreción cuando te metas con las empleadas.

—De acuerdo…

—No quiero tener problemas con Kristine, pero tampoco con eso te estoy corriendo de mi casa. Quédate el tiempo que se tome para reparar tu apartamento.

—Bien padre…

—Debo irme, ¿asistirás a la reunión de esta tarde? Podemos fusionar algunas de nuestras ideas para mejorar nuestras empresas.

—Sacare tiempo para ir.

El hombre asiente y luego sale de la casa. Lukas continúa hasta la cocina donde encuentra a una guarnición de chicas cocinando, en cuanto ellas lo miraron a todas se le coloran las mejillas.

—Buenos días, ¿Dónde puedo conseguir una píldora para el dolor de cabeza?

En ese momento Lukas pensó que, si Kristine no quería que se follara a sus empleadas, al menos debería de contratar a mujeres viejas. Todas sus empleadas eran muy jóvenes, y bastante atractivas.

[…]

Ajusta su traje mientras se mira en el espejo, mira la hora en su reloj fijándose que se le estaba haciendo tarde. Y el maldito dolor de cabeza aun no lo dejaba en paz, si no fuese por todas esas reuniones que tenía ese día, se hubiese quedado en la jodida cama.

Se encamina hasta la salida justamente encontrándose con Margot, quien al verlo le sonríe con malicia.

—Le traigo una bebida para que se le quiten los males.

—Gracias, pero ahora ya voy de salida. Déjalo para la noche.

El CEO avanza por el corredor dejando a la chica atrás, baja las escaleras a toda prisa cuando Kristine entra por la puerta.

—¡Oh Lukas! No sabía que aun seguías en casa.

—Se me ha hecho tarde, nos vemos por la noche.

—De acuerdo, adiós.

La mujer lo despide desde la puerta, no es que su relación con su hijastro fuese del todo mala, si no que Lukas era un hombre difícil de llevar. Se parecía mucho a su hija Dana, lo que la hace recordar que ella llegaba ese mismo día y la ponía contenta saber que la tendría cerca de nuevo.

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