Uno diferente

CEGADA por la luz del sol que entraba por la ventana, Isla abrió los ojos lentamente. Parpadeó un par de veces, ajustando su visión. Puso su brazo sobre los ojos y gimió mientras se giraba hacia el otro lado.

—¡Dios mío! —exclamó cuando vio a Becca sentada en el suelo, mirándola. Se levantó de inme...