Capítulo 25

—¿Cómo sabes cuándo está listo el té? —preguntó y yo volví a reírme. Sus ojos se suavizaron al mirarme y una sonrisa iluminó su rostro—. Diosa, me encanta tu risa —dijo, probablemente sin pensar, porque inmediatamente apartó la mirada de mí, con un leve rubor en las mejillas.

—Entonces... —murmuré,...