


Los primeros años de Bela II
El tiempo paso donde ella se volvía cada día una parte importante de su vida.
—¡Beeeeelaaaaa!—gritaba Motka para llamar la atención de la niña de 8 años que jugaba a la orilla del río que pasa por el territorio de la manada—por favor no hagas eso, te puede pasar algo—ya parecía su padre, pero que más daba si la mayor parte del tiempo la ignoraban—ven vamos a casa—ella salió corriendo y se montó en su espalda, ya era costumbre de cargarla así, normal sería que ella caminara sola y no pegada a su espalda—ya pareces un mono—no valía de nada lo que le dijera lo único que ella hacía era reír a carcajadas.
Lo que no era tan normal desde que había muerto su compañera la niña se había convertido en su mundo, era una niña, pero le daba paz compartir tiempo con la pequeña sin contar la complacía en todo, sin pedir algo igual él se lo daba únicamente por verla sonreír.
—Mot quiero aprender a nadar—le dijo la pequeña que estaba en su espalda—¿me enseñas? —él no podía ver su carita, más sus ojitos reflejaban esperanza de que dijera que sí, ella sabía muy bien que él la complacería.
—Pícara sabes que estoy muy ocupado, pero déjame buscar a una persona de mi confianza para que te enseñe—ni loco le iba a dejar a su pequeña pícara con cualquiera noooo eso sí que no, tenía que asegurarse que estaría en buenas manos, y para su desgracia no había alguien que cumpliera ese requisito cuando se trataba de ella.
Para complacer a su pequeña pícara apodo que le dio por darse cuenta de que ella lograba hacer con él lo que quisiera y se le hacía muy difícil resistirse cuando le pedía algo, que habían sido pocas veces y cosas que, si tenían un valor necesario, ya estaba pensado en como remediar lo de enseñarla a nadar, para empezar, debía prohibirle ir al río y más sola.
—No debes ir al río sola—le dijo con voz firme—te puede pasar algo como caer al agua y lastimarte o alguien puede ver que no estás acompañada y te puede hacer daño—pensó que con esa explicación quedaría todo claro.
—Pero en esa parte del río no están profunda hay como un pozo y ahí práctico como nadar, bueno hago el intento de nadar—le contó con mucho orgullo—y yo le pedí permiso a mi mamá y me dijo que si podía ir.
Que madre tan fuera de sus cabales y pensar que era la Luna de la manada, si no cuida a su hija menor que podía esperar para la manada, con razón no salían de tantos problemas, lujo de padres se gastaba su pequeña pícara.
—Bien pequeña dame unos días mientras busco quien te enseñe, pero no vas a volver al río y menos sola ¿lo prometes?—no quiso hablar de su madre prefirió centrarse en lo que importaba que ella no se expusiera más al peligro.
—Está bien te lo prometo —dijo ella con pesar.
Esa noche Motka ideo un plan para hacer realidad lo que su pequeña quería, de verdad ella era muy inteligente, aplicada, obediente, buena estudiante y si se merecía… Una piscina si eso era ideal, así no tendría que ir al río, y quien la enseñara lo haría en un lugar donde él podría vigilarlo, el lugar seria en su patio trasero y la enseñarían en un horario en que estuviera en su casa, por el permiso de sus padres no se preocupaba, ya que si la dejaron ir al río sola no se opondría que recibiera clases de natación en su casa, Bela iría a su casa por las tardes para que la enseñaran a nadar, ya todo estaba listo.
Mientras los padres de Bela la estaban esperando con ansias a que su hija cumpliera la mayoría de edad le iba a ser revelado el poder para unir a las manadas y de esta manera poner fin a viejos problemas, sería la encargada de liderar el consejo siendo sus sabias decisiones las que unirían a todos los lobos, había un detalle que no cuadraba en nada, según la profecía era la hija del alfa de la manada claro de luna azul quien traería paz a las manadas, los demás detalles los conocían los del consejo, pero no dieron detalles solamente se habían limitado a informarles que ya había nacido la elegida que la cuidaran, la protegieran y educaran, enseñándole lo mejor para gobernar, pero ellos tenían dos hijas así que por descarte y lógica debía ser la primera.
La segunda nunca fue planificada fue el accidente, algo que no esperaban por lo tanto no sabían cómo involucrarla en sus vidas sin sentir que les restaba tiempo en la formación de su hermana Kira, así que fue más sencillo no tomarla mucha en cuenta total la niñera le iba a enseñar cosas, luego la escuela ya después se trasformaría encontraría su compañero y todo arreglado, no podían perder instruyendo dos niñas para gobernar tomando en cuenta los constantes ataques que sufrían la manada no les daban ni un respiro a él, y su Luna se encargaba de la formación de Kira, no podía saturarla con más responsabilidades, Motka era su otro apoyo quien ya parecía ser más la Luna de la manada que su compañera, estaba en todos lados resolviendo problemas, ayudando a su pueblo.
Motka no salía de una preocupación cuando ella ya estaba haciendo algo peor.
—Mi pequeña pícara ¿qué te paso en la cara? ¡¿quién te dio ese golpe?!—preguntaba un Motka muy cabreado al ver la mejilla roja de la niña.
—Me estaban enseñando como defenderme—dijo de manera inocente—por si un niño me quiere besar, he visto a varios niños robarle besos a las niñas, y pues no si me roban uno le pateo el cul*—lo inocente se había ido en lo que ella terminó diciendo, ya Bela contaba con diez años era muy bonita y si él estaba claro que eso podía pasar, pero no ahora era una NIÑA por la diosa luna, pero se sintió orgulloso al notar que ella se respetaba a sí misma, pero eso de patearle el culo a un niño era extremo y ¿quién le estaba enseñando a luchar?.
—¿Quién te estaba enseñando a defenderte?—la voz de Motka salió serena, aunque lo que quería era golpear al que le dejo esa marca en el rostro a su pícara—porque te dejo una marca, hay que ponerte hielo antes de que se te inflame —lo que quería era meterla en una cajita de cristal para que nada ni nadie la volviera a lastimar.
—Mi compañero de clases Lev me dijo que podía enseñarme, me descuide en un movimiento y me termino dando el golpe en la cara, pero yo le di varios golpes en el estómago—su sesión de defensa personal era digna de contar, si había recibido un golpe bueno varios, pero eso no lo diría, pero también había dado unos poquitos—me dijo que con lo que me enseño me podía defender, pero quiero entrenar porque quiero ser una guerrera cuando sea grande.