El primer error

—¡Maldito...! ¡Déjame ir...! ¡Oye, déjame ir...!

Lyra estaba empezando a perder la voz porque seguía gritando a quienquiera que tuviera la autoridad para liberarla de ese calabozo.

—Señorita Lyra, debería descansar y ahorrar energía. No la soltarán hasta que el señor Lucas regrese a casa —dijo Ker...