ciento ochenta y dos

Cuando el abuelo de James nos convocó a ambos a su estudio esa tarde, ya tenía la sensación de que algo se avecinaba. ¿Había descubierto que James me había dejado en medio de la nada? Su voz era suave pero llevaba una firmeza difícil de contradecir.

—Ustedes dos necesitan alejarse de esta ciudad. D...

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