doscientos sesenta

La leña crujía y chisporroteaba mientras los troncos se movían, lanzando chispas en la noche aterciopelada. El olor a carne asada y humo de leña impregnaba el aire, mezclándose con la suave dulzura de las hierbas de la sabana. Los guías habían terminado su comida mucho antes que James y yo, y ahora ...

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