Doscientos sesenta y dos

El primer detalle que noté no fue el silencio. Fue la oscuridad.

La cabaña había estado iluminada con una suave luz eléctrica, del tipo que atenúa las sombras y hace que todo parezca manejable. Pero cuando se fue la electricidad—de repente, sin advertencia—la noche se apretó contra las ventanas, den...

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