Veintiocho

La mañana siguiente llegó demasiado rápido.

No había dormido mucho.

Cuando escuché un suave golpe en la puerta, supe que mi tiempo de descanso había terminado. Ya estaba despierta, acostada bajo las cobijas, con los ojos ardiendo por la falta de sueño. No había dormido bien en días. Cada vez que c...

Inicia sesión y continúa leyendo