doscientos noventa y seis

El estudio olía a cuero, madera vieja y a él. Esa mezcla embriagadora de tinta, especias y algo más oscuro que se adhería a la piel de James.

Casi había olvidado lo que se sentía estar a solas con él. Cinco meses. Cinco meses enteros de fragmentos robados, de miradas anhelantes que nunca parecían d...

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