Trescientos treinta y dos

La tarde había sido ordinaria, casi tranquila. Había pasado horas en el estudio, dibujando nuevos diseños para el próximo desfile de Valérie, completamente inmersa en colores y telas, dejando que el mundo exterior se desvaneciera. La ciudad zumbaba a mi alrededor—el murmullo de las calles parisinas,...

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