Trescientos cuarenta y nueve

El apartamento estaba en silencio, bañado por el suave resplandor gris de la madrugada. Llevaba despierta un rato, incapaz de dormir, escuchando el leve zumbido de la ciudad afuera y el ocasional claxon de un coche lejano. Pero ni siquiera esos sonidos familiares eran suficientes para calmar la inqu...

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