Cuatrocientos veintiséis

La mañana llegó demasiado rápido, aunque no había dormido. El peso del pendrive me oprimía como una piedra enterrada en mi pecho. Cada vez que cerraba los ojos, veía el rostro de Cecilia, la hermana de James, con el agua pegándose a sus pestañas, su boca abriéndose en terror mientras su cuerpo se hu...

Inicia sesión y continúa leyendo