No digas esa palabra

Me agacho para esquivar su puñetazo y giro a su alrededor, enviando mi puño a su costado. Mis nudillos se encuentran con una carne dura como una roca y rebotan. Ni siquiera emite un gruñido de dolor. Él gira, atrapándome por el brazo con un agarre de hierro y me tira hacia él antes de que pueda orie...

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