La leyenda lo tiene

Lexa

—¿Y ahora qué?

Kaleb se acerca, extendiendo la mano hacia mí. Cierro los ojos cuando sus dedos rozan mi pómulo, y no lucho cuando mi cuerpo se inclina instintivamente hacia su toque. Dura poco. Su pulgar roza mi mejilla como si contara las pecas antes de retirarse, y luego estoy sola, en una ...

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