MI ORIGEN

Capítulo 1

Los ojos de Caroline se llenaron de lágrimas, al escuchar el último respiro de agonía de su madre Teresa.

La loba tomo el rostro de su hija, sabía que se quedaría sola en medio de una jauría que la dominaría.

Decidió romper el secreto que había guardado en su pecho

—Tu padre es el Alfa de Green Moon, fui su concubina y tú eres su hija ilegítima.

Caroline empalidecio, nunca quiso saber de su padre, para ella ser una bastarda significaba que no contaba con el, Pero saber quién era hemos su sangre.

—Eso no importa mamá, no te odio por eso, fuiste suficiente para mí.

Teresa tomo las manos de su hija

—Debes buscarlo, el debe reconocerte para que tú loba se presente ante ti.

Caroline está muy confundida, las bastardas no tenían derecho a tener un destinado, la diosa Luna las castigaba con el infortunio de no tener una loba interior.

Agarro la mano de su madre con fuerza, los ojos de Teresa le pedían ese deseo, y ella lo prometió.

—Lo buscaré.

Un suspiro que levanto el pecho de Teresa fue lo último que escucho de ella, su madre murió.

El dolor de Caroline era insoportable, su destino parecía marcado por la tragedia.

Ya no había nada más para ella en ese lugar más que el desprecio y las burlas.

Ensilló un caballo y cabalgó hacia lo desconocido, hacia ese territorio exclusivo donde vivía la élite de los lobos.

Ya era de noche, el camino

En el camino, un galope furioso rompió el silencio. Se hizo a un lado justo cuando un caballo desbocado arrojó al jinete al suelo. Caroline se acercó con cautela. El lobo estaba inconsciente.

Pero al verlo… su aliento se detuvo.

Era guapo. De cabello negro como la noche, expresión firme, barba incipiente. Majestuoso.

Tomó un pañuelo, lo humedeció y lo colocó en su frente. El lobo abrió los ojos, confuso.

—¿Qué… qué pasó?

—Cayó de su caballo. Debería tener más cuidado si no sabe montar —respondió ella, ayudándolo a sentarse a la sombra de un árbol.

—¿Crees que no sé montar? ¡Soy el mejor jinete de esta región! —frunció el ceño, ofendido.

—Sí, se nota —Caroline sonrió con sarcasmo.

Mientras cambiaba el paño, el lobo empezó a olfatearla, no podia distinguir su rostro, Pero ese aroma le atraia

—Gracias por salvarme —susurró, atrapado en el hechizo de esos ojos verdes, lo único que pudo admirar en medio de la oscuridad —. ¿Te debo algo?

—Eso es lo malo de la gente como tú —se molestó Caroline—. ¿Crees que lo hice por dinero? No soy una parásita solo por no tener sangre “limpia”.

El lobo tomó su mano con suavidad.

—Discúlpame… pero

Se miraron. Un instante bastó para encender la chispa. Caroline nunca había sentido algo igual. Su corazón ardía.

Los dos empezaron a tocar su pecho mientras una neblina roja los cubrió, El lobo la tomo de la cintura y la mordió

—Eres mi destinada —susurró el, y la besó.

El mundo se detuvo.

No entendía qué hacía. Nunca besaría a un desconocido, y sin embargo, allí estaba. El aroma de él la embriagaba.

Se separó de golpe, avergonzada.

—Yo no puedo ser tu destinada —tartamudeó, huyendo hacia el río. ¿Qué había hecho? ¿Esto era posible?

Siempre le habían dicho que por ser una bastarda estaba condenada a ser una loba solitaria, Pero sintió esa conexión de la que siempre le hablaron.

Volvió minutos después, pero al llegar, varios lobos ya estaban con él.

—Mi señor, vinimos por usted. El caballo llegó sin jinete.

Lo ayudaron a subir al carruaje. Él buscó a su destinada con la mirada, pero Caroline se escondió. Incredula de que aquel lobo fuera su Mate, que un lobo de su clase la eligiera como su destinada.

Siguió su camino, olvidándose del encuentro.

La zona rica de la manada era distinta. Casas majestuosas, calles empedradas, jardines impecables. Un mundo ajeno.

Llegó a la Casa Lobil. Grande, elegante. Un símbolo del poder.

—Deseo hablar con el Alfa Constantine. Soy hija de Teresa Moon.

Los guardias llevaron el mensaje. Cuando el Alfa lo escuchó, su rostro palideció. Hacía años que ese nombre no tocaba sus oídos.

—Hazla pasar —ordenó.

—¿Dónde está Teresa? —preguntó con sorpresa. Aquella loba frente a él se parecía tanto a ella

—Falleció —dijo Caroline, temblando.

—¿Qué quieres? ¿Dinero? ¿Caridad? Tu madre no es bien recibida aquí. Ella traicionó a su manada.

—No se lo nada de lo que usted me dice, quiero entender la verdad.

—¿La verdad? Si ella no te lo dijo, yo no tengo tiempo para hacerlo, ¡Dime qué buscas!

Las palabras la golpearon como látigos. Si le decía ahora que era su hija, pensaría que venía a mendigar. Tenía que actuar diferente.

—Trabajo. Quiero ser sirvienta en su casa, quedé huérfana y no tengo nada.

—Eres muy valiente para pedir eso —respondió con desprecio—. Por supuesto que no.

—Según la ley, el Alfa debe dar trabajo a una huérfana si lo solicita. No quiero caridad, me ganaré mi lugar.

El Alfa suspiró. Su corazón no era de hielo, aunque el recuerdo de Teresa le dolía.

Teresa era su Mate destinada.

—Está bien. Cuidarás a mi hija, Diana.

¿Hija? Caroline sonrió. ¿Una hermana?

La puerta del estudio se abrió.

—¿Me necesita, Alfa?

—Leonard, hablaremos de temas urgentes. Pero antes, te presento a Caroline. Será la nueva sirvienta de Diana.

Caroline giró para presentarse. Su aliento se cortó. Era él.

El lobo desconocido.

Leonard.

Ella se puso nerviosa, Pero parecía que el no lo la reconocío, eso confirmo sus sospechas, el solo jugo con ella para robarle el beso, no era su destinado.

Hizo una reverencia y agachó la mirada.

—Sera un placer servirle.

—Por favor cuida de Di

ana, ella es mi esposa y necesita atenciones

¿Esposa? Caroline sintió un golpe en el pecho, su desconocido era el esposo de su hermana.

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