La mujer rubia

Heros lo pensó por un par de segundos y cuando se decidió a hacerlo, se acercó uno de los meseros.

—Disculpe, joven señor. —Se acercó a la oreja de Heros y le susurró—: aquella mujer lo ha mandado a buscar. Dice que solo el dueño puede atenderla.

Heros vio a Hestia que lo miraba de vuelta con una ...

Inicia sesión y continúa leyendo