Treinta y tres

Las palabras del doctor me dejaron congelada en mi silla. No podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Estaba bromeando o hablaba en serio? ¿Acaso mi mayor temor se había hecho realidad? ¿Sería que, después de haberme conformado con salvar la vida de mi hermana y ser monetariamente exitosa e independ...

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